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En una media hora de suave descenso y tras pasar el puente románico (Foto) y una torre de alta tensión, al camino inicia una fuerte bajada que nos conducirá directamente a la parte inferior del Salt del Molí.
Una vez descansados, disfrutado de la vista y de, porqué no, un baño (aquel día nos encotramos con una familia nudista) iniciamos el regreso. Nosostros optamos por volver por el río. A media ascensión, un estrecho sendero a mano izquierda, nos lleva a las ruinas del molino que da nombre al salto. Mas allá de él, y tras una breve ascensión, llegamos a la parte superior del salto. La vista es magnífica, aunque peligrosa. Desde allí, siguiendo el ascenso de río encontraremos sin muchas dificualtades, y mojados, el pie del puente románico. Desde allí, desandamos el camino inicial hasta llegar al núcleo de Vidrá.
Un abrazo!
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